Poner una nota no es evaluar, es calificar. No se debe confundir evaluación con calificación; son dos conceptos diferentes.

Evaluar es lo mismo que enseñar, es decir ayudar a construir los aprendizajes. Si la evaluación no colabora en ese proceso no se está evaluando correctamente.

Esa es la finalidad de la evaluación educativa que debe orientar la acción de profesores, alumnos y familias. Es una evaluación para los aprendizajes, no una evaluación de los aprendizajes; es una actividad al servicio del conocimiento.

El instrumento más utilizado en la institución escolar para “evaluar” es el examen que pretende definir el grado de correspondencia de lo que contesta el estudiante con lo que el profesor o el libro de texto le informó con anticipación. Es decir que se está verificando la capacidad del alumno de acertar con la respuesta correcta, la entienda o no; cómo haya sido el proceso por el cual el estudiante llegó a la respuesta no importa, no tiene importancia para la evaluación. Es una evaluación que mide el poder de recuerdo que posee el estudiante, lo haya comprendido o no.

El examen no es un buen instrumento de evaluación porque no ayuda a los estudiantes a construir los aprendizajes, ¿cuáles pueden ser los más pertinentes para lograr tal finalidad?

Ahí tenemos que inventar.

La analogía con lo que hacemos cuando tenemos un problema personal en la vida nos puede ayudar a definir algún instrumento de evaluación.

Todos tenemos experiencia de cómo resolvemos algunos problemas de la vida. Uno usual es reunirse con los pocos amigos más íntimos, en los que se confía, y se plantea -en un ambiente cómodo, distendido y privado- el problema. Se inicia planteando el problema y durante media hora o más cada uno da su opinión, se discute, se ponen argumentos, se refutan opiniones, se aportan ejemplos, y se sale con más claridad para tomar una solución.

Esta analogía es útil para implementar la evaluación. Es cuestión de abrir una discusión, un intercambio de opiniones argumentadas sobre el trabajo del estudiante. Cuántos más participen con opiniones reflexivas más se le ayudará al estudiante a aprender. La discusión, el diálogo reflexivo entre varios es un instrumento valioso para evaluar, para ayudar a aprender. De ahí la importancia de la coevaluación, en la que los compañeros de estudio y el profesor opinan sobre los trabajos.

Un instrumento idóneo de evaluación es el diálogo reflexivo entre los participantes